Pueden leer ahora mismo algunos, aquí van:
EL REGALO MÁGICO DEL CONEJITO POBRE
Por Pedro Pablo Sacristán
( valor a compartir y enseñar: GENEROSIDAD)
Hubo una vez en un lugar una época de muchísima sequía y hambre para los animales. Un conejito muy pobre caminaba triste por el campo cuando se le apareció un mago que le entregó un saco con varias ramitas."Son mágicas, y serán aún más mágicas si sabes usarlas" El conejito se moría de hambre, pero decidió no morder las ramitas pensando en darles buen uso.
Al volver a casa, encontró una ovejita muy viejita y pobre que casi no podía caminar."Dame algo, por favor", le dijo. El conejito no tenía nada salvo las ramitas, pero como eran mágicas se resistía a dárselas. Sin embargó, recordó como sus padres le enseñaron desde pequeño a compartirlo todo, así que sacó una ramita del saco y se la dió a la oveja. Al instante, la rama brilló con mil colores, mostrando su magia. El conejito siguió contrariado y contento a la vez, pensando que había dejado escapar una ramita mágica, pero que la ovejita la necesitaba más que él. Lo mismo le ocurrió con un pato ciego y un gallo cojo, de forma que al llegar a su casa sólo le quedaba una de las ramitas.
Al llegar a casa, contó la historia y su encuentro con el mago a sus papás, que se mostraron muy orgullosos por su comportamiento. Y cuando iba a sacar la ramita, llegó su hermanito pequeño, llorando por el hambre, y también se la dió a él.
En ese momento apareció el mago con gran estruendo, y preguntó al conejito ¿Dónde están las ramitas mágicas que te entregué? ¿qué es lo que has hecho con ellas? El conejito se asustó y comenzó a excusarse, pero el mago le cortó diciendo ¿No te dije que si las usabas bien serían más mágicas?. ¡Pues sal fuera y mira lo que has hecho!
Y el conejito salió temblando de su casa para descubrir que a partir de sus ramitas, ¡¡todos los campos de alrededor se habían convertido en una maravillosa granja llena de agua y comida para todos los animales!!
Y el conejito se sintió muy contento por haber obrado bien, y porque la magia de su generosidad hubiera devuelto la alegría a todos.-
- ¡Qué descarado, el tío va y tira un papel para ensuciar mi puerta, disimulando descaradamente!
Pero en vez de decirle nada, planeó su venganza, y por la noche vació su papelera junto a la puerta del primer vecino. Este estaba mirando por la ventana en ese momento y cuando recogió los papeles encontró aquel papel tan importante que había perdido y que le había supuesto un problemón aquel día. Estaba roto en mil pedazos, y pensó que su vecino no sólo se lo había robado, sino que además lo había roto y tirado en la puerta de su casa. Pero no quiso decirle nada, y se puso a preparar su venganza. Esa noche llamó a una granja para hacer un pedido de diez cerdos y cien patos, y pidió que los llevaran a la dirección de su vecino, que al día siguiente tuvo un buen problema para tratar de librarse de los animales y sus malos olores. Pero éste, como estaba seguro de que aquello era idea de su vecino, en cuanto se deshizo de los cerdos comenzó a planear su venganza.
Y así, uno y otro siguieron fastidiándose mutuamente, cada vez más exageradamente, y de aquel simple papelito en la puerta llegaron a llamar a una banda de música, o una sirena de bomberos, a estrellar un camión contra la tapia, lanzar una lluvia de piedras contra los cristales, disparar un cañón del ejército y finalmente, una bomba-terremoto que derrumbó las casas de los dos vecinos...
Ambos acabaron en el hospital, y se pasaron una buena temporada compartiendo habitación. Al principio no se dirigían la palabra, pero un día, cansados del silencio, comenzaron a hablar; con el tiempo, se fueron haciendo amigos hasta que finalmente, un día se atrevieron a hablar del incidente del papel. Entonces se dieron cuenta de que todo había sido una coincidencia, y de que si la primera vez hubieran hablado claramente, en lugar de juzgar las malas intenciones de su vecino, se habrían dado cuenta de que todo había ocurrido por casualidad, y ahora los dos tendrían su casa en pie...
Y así fue, hablando, como aquellos dos vecinos terminaron siendo amigos, lo que les fue de gran ayuda para recuperarse de sus heridas y reconstruir sus maltrechas casas.-
Al volver a casa, encontró una ovejita muy viejita y pobre que casi no podía caminar."Dame algo, por favor", le dijo. El conejito no tenía nada salvo las ramitas, pero como eran mágicas se resistía a dárselas. Sin embargó, recordó como sus padres le enseñaron desde pequeño a compartirlo todo, así que sacó una ramita del saco y se la dió a la oveja. Al instante, la rama brilló con mil colores, mostrando su magia. El conejito siguió contrariado y contento a la vez, pensando que había dejado escapar una ramita mágica, pero que la ovejita la necesitaba más que él. Lo mismo le ocurrió con un pato ciego y un gallo cojo, de forma que al llegar a su casa sólo le quedaba una de las ramitas.
Al llegar a casa, contó la historia y su encuentro con el mago a sus papás, que se mostraron muy orgullosos por su comportamiento. Y cuando iba a sacar la ramita, llegó su hermanito pequeño, llorando por el hambre, y también se la dió a él.
En ese momento apareció el mago con gran estruendo, y preguntó al conejito ¿Dónde están las ramitas mágicas que te entregué? ¿qué es lo que has hecho con ellas? El conejito se asustó y comenzó a excusarse, pero el mago le cortó diciendo ¿No te dije que si las usabas bien serían más mágicas?. ¡Pues sal fuera y mira lo que has hecho!
Y el conejito salió temblando de su casa para descubrir que a partir de sus ramitas, ¡¡todos los campos de alrededor se habían convertido en una maravillosa granja llena de agua y comida para todos los animales!!
Y el conejito se sintió muy contento por haber obrado bien, y porque la magia de su generosidad hubiera devuelto la alegría a todos.-
LOS MALOS VECINOS
Por Pedro Pablo Sacristán
(valor a compartir y enseñar: COMUNICACIÓN)
Había una vez un hombre que salió un día de su casa para ir al trabajo, y justo al pasar por delante de la puerta de la casa de su vecino, sin darse cuenta se le cayó un papel importante. Su vecino, que miraba por la ventana en ese momento, vio caer el papel, y pensó:- ¡Qué descarado, el tío va y tira un papel para ensuciar mi puerta, disimulando descaradamente!
Pero en vez de decirle nada, planeó su venganza, y por la noche vació su papelera junto a la puerta del primer vecino. Este estaba mirando por la ventana en ese momento y cuando recogió los papeles encontró aquel papel tan importante que había perdido y que le había supuesto un problemón aquel día. Estaba roto en mil pedazos, y pensó que su vecino no sólo se lo había robado, sino que además lo había roto y tirado en la puerta de su casa. Pero no quiso decirle nada, y se puso a preparar su venganza. Esa noche llamó a una granja para hacer un pedido de diez cerdos y cien patos, y pidió que los llevaran a la dirección de su vecino, que al día siguiente tuvo un buen problema para tratar de librarse de los animales y sus malos olores. Pero éste, como estaba seguro de que aquello era idea de su vecino, en cuanto se deshizo de los cerdos comenzó a planear su venganza.
Y así, uno y otro siguieron fastidiándose mutuamente, cada vez más exageradamente, y de aquel simple papelito en la puerta llegaron a llamar a una banda de música, o una sirena de bomberos, a estrellar un camión contra la tapia, lanzar una lluvia de piedras contra los cristales, disparar un cañón del ejército y finalmente, una bomba-terremoto que derrumbó las casas de los dos vecinos...
Ambos acabaron en el hospital, y se pasaron una buena temporada compartiendo habitación. Al principio no se dirigían la palabra, pero un día, cansados del silencio, comenzaron a hablar; con el tiempo, se fueron haciendo amigos hasta que finalmente, un día se atrevieron a hablar del incidente del papel. Entonces se dieron cuenta de que todo había sido una coincidencia, y de que si la primera vez hubieran hablado claramente, en lugar de juzgar las malas intenciones de su vecino, se habrían dado cuenta de que todo había ocurrido por casualidad, y ahora los dos tendrían su casa en pie...
Y así fue, hablando, como aquellos dos vecinos terminaron siendo amigos, lo que les fue de gran ayuda para recuperarse de sus heridas y reconstruir sus maltrechas casas.-
EL GRAN PALACIO DE LA MENTIRA
Por Pedro Pablo Sacristán
(Valor a compartir y enseñar: SINCERIDAD)
Todos los duendes se dedicaban a construir dos palacios, el de la verdad y el de la mentira. Los ladrillos del palacio de la verdad se creaban cada vez que un niño decía una verdad, y los duendes de la verdad los utilizaban para hacer su castillo. Lo mismo ocurría en el otro palacio, donde los duendes de la mentira construían un palacio con los ladrillos que se creaban con cada nueva mentira. Ambos palacios eran impresionantes, los mejores del mundo, y los duendes competían duramente porque el suyo fuera el mejor.Tanto, que los duendes de la mentira, mucho más tramposos y marrulleros, enviaron un grupo de duendes al mundo para conseguir que los niños dijeran más y más mentiras. Y como lo fueron consiguiendo, empezaron a tener muchos más ladrillos, y su palacio se fue haciendo más grande y espectacular. Pero un día, algo raro ocurrió en el palacio de la mentira: uno de los ladrillos se convirtió en una caja de papel. Poco después, otro ladrillo se convirtió en arena, y al rato otro más se hizo de cristal y se rompió. Y así, poco a poco, cada vez que se iban descubriendo las mentiras que habían creado aquellos ladrillos, éstos se transformaban y desaparecían, de modo que el palacio de la mentira se fue haciendo más y más débil, perdiendo más y más ladrillos, hasta que finalmente se desmoronó.
Y todos, incluidos los duendes mentirosos, comprendieron que no se pueden utilizar las mentiras para nada, porque nunca son lo que parecen y no se sabe en qué se convertirán.-
LA RANA SALTAVENTANAS
Por Pedro Pablo Sacristán
(valor a enseñar : APRECIAR LAS COSAS BUENAS)
Había una vez una rana que vivía en un estanque junto a un palacio abandonado, habitado de vez en cuando por alguna bruja viajera. Un día decidió visitarlo, y de salto en salto llegó junto a una ventana que en lugar de cristales tenía una pompa de jabón. La rana, divertida, quiso explotarla de un salto, pero aquello no era jabón, sino restos de una poción mágica, y al momento se vio entrando en un sitio muy diferente.
Parecía la casa de alguien muy rico: olía bien y se estaba calentito. Pero aquello duró muy poco: un perro la descubrió y a punto estuvo de atraparla. Por suerte, en tres grandes saltos la rana consiguió salir de nuevo por la ventana... para aparecer en una charca maravillosa, llena de ranas y sapos de gran belleza, con abundantes moscas, donde todos croaban felices durante horas y horas. La rana, ni bonita ni fea, sino más bien normal, no fue muy bien acogida por las presumidas habitantes de la charca, pero estaba tan a gusto que poco le importó. Vivió en aquel lugar bastantes días, pero una noche, unos cuantos sapos hartos de su vulgar aspecto, la agarraron mientras dormía, y la devolvieron a la ventana por donde había entrado.
La rana despertó en una habitación oscura y estropeado, bastante fría e incómoda, donde un pobre niño la recibió con muchísima alegría, convirtiéndola desde el primer momento en su inseparable compañera. La atendía lo mejor que podía y hasta cazaba moscas para ella, pero la rana no dejaba de pensar en las comodidades de la anterior charca, y cuando el frío se hizo más intenso, y la leña se terminó, corrió una noche a la ventana y dio un gran salto en busca de ... ¡¡el Polo Norte!!
La rana se sintió morir de frío, y volvió a saltar por donde había llegado. Esta vez apareció en el desierto, y cuando quiso dar marcha atrás volvió a ver las nieves del Polo. No importó cuántas veces saltó adelante y atrás: ya no apareció en ningún lugar distinto del hielo del polo o la arena del desierto. Y mientras cambiaba de uno a otro se acordaba de su buen amo, el niño pobre, y de cómo por haber sido tan desagradecida y cómoda, había acabado así, medio muerta de hambre, saltando continuamente del peor de los fríos al más abrasador de los calores.-
Parecía la casa de alguien muy rico: olía bien y se estaba calentito. Pero aquello duró muy poco: un perro la descubrió y a punto estuvo de atraparla. Por suerte, en tres grandes saltos la rana consiguió salir de nuevo por la ventana... para aparecer en una charca maravillosa, llena de ranas y sapos de gran belleza, con abundantes moscas, donde todos croaban felices durante horas y horas. La rana, ni bonita ni fea, sino más bien normal, no fue muy bien acogida por las presumidas habitantes de la charca, pero estaba tan a gusto que poco le importó. Vivió en aquel lugar bastantes días, pero una noche, unos cuantos sapos hartos de su vulgar aspecto, la agarraron mientras dormía, y la devolvieron a la ventana por donde había entrado.
La rana despertó en una habitación oscura y estropeado, bastante fría e incómoda, donde un pobre niño la recibió con muchísima alegría, convirtiéndola desde el primer momento en su inseparable compañera. La atendía lo mejor que podía y hasta cazaba moscas para ella, pero la rana no dejaba de pensar en las comodidades de la anterior charca, y cuando el frío se hizo más intenso, y la leña se terminó, corrió una noche a la ventana y dio un gran salto en busca de ... ¡¡el Polo Norte!!
La rana se sintió morir de frío, y volvió a saltar por donde había llegado. Esta vez apareció en el desierto, y cuando quiso dar marcha atrás volvió a ver las nieves del Polo. No importó cuántas veces saltó adelante y atrás: ya no apareció en ningún lugar distinto del hielo del polo o la arena del desierto. Y mientras cambiaba de uno a otro se acordaba de su buen amo, el niño pobre, y de cómo por haber sido tan desagradecida y cómoda, había acabado así, medio muerta de hambre, saltando continuamente del peor de los fríos al más abrasador de los calores.-
2 comentarios:
esta pagia me ha ayudado mucho,¡gracias!
Esta pagina me ayudo muchisisimo con mi tarea gracias
Publicar un comentario