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martes, 24 de agosto de 2010

Biografía: Fernán Silva Valdés

Fernán Silva Valdés
Nacido en Montevideo el 15 de octubre de 1887 y fallecido en la misma ciudad el 9 de enero de 1975, Fernán Silva Valdés ha sido el poeta uruguayo más representativo de la corriente denominada nativismo. Sus libros de poemas más importantes, fueron los titulados “Agua del tiempo” (1921), “Poemas Nativos” (1925), “Intemperie” (1930), “Romances chúcaros” ( 1933) y “Romancero del Sur” (1938).
 
Según su propia referencia, a los 14 años ya escribía versos. Criado en el campo - en Sarandí del Yí, Departamento de Durazno - relató que el “Martín Fierro” y el “Fausto” eran libros que llevaba en el “recado” de su caballo; y que ya mayor lo atraían vivamente las actividaes del campo, en las estancias, donde se sentía inmerso en su medio natural.
Silva Valdés inició su producción literaria en el año 1913, publicando un pequeño libro de poemas que tituló “Ánforas de Barro”; el cual fue seguido en 1917 con “Humo de Incienso”. Ambos respondían al estilo todavía predominante del modernismo.

En esa época, poco antes de la década de 1920, la poesía uruguaya había agotado la extraordinaria veta poética que bajo la figura señera de Julio Herrera y Reissig había representado el modernismo; que con el nicaragüense Rubén Darío había alcanzado todos los ámbitos de la poesía en español. Pero el modernismo había agotado prácticamente sus temas, y ya hacía un abuso del exotismo; es decir, el gusto por la presentación de temas, imágenes y expresiones extraídas de los componentes culturales de la antigüedad griega y de otros orígenes europeos. El modernismo estaba prácticamente reducido a una repetición de expresiones puramente formales repletas de referencias exotistas, casi siempre sin contenido poético.
-  Como reacción contra esa orientación, ya se había manifestado anteriormente la corriente del americanismo. En la segunda mitad de la década de 1910, surgió con especial impulso la corriente que fue llamada del neo-americanismo, que ya no planteaba la cuestión en términos de nacionalismo trasladado a la literatura y especialmente a la poesía, sino en términos de utilización de temas e instrumentos estéticos vinculados a las circunstancias de la vida real en estos países.
Se pregonaba el alejamiento de temas e imágenes propios de la antigua mitología griega, o de la época medieval de la caballería y los trovadores, pastores y aldeanas, o de estirpe afrancesada propias de los castillos de la nobleza de la época de los Luises o de los barrios pintorescos del París de la época anterior a la Gran Guerra; y recoger los elementos de la literatura en la vida real de los pueblos del área del Río de la Plata y de la vida de los hombres de sus campos.
De tal manera, al mismo tiempo que en Europa surgiera un nuevo movimiento de estética poética, el llamado vanguardismo que buscaba también alejarse de los moldes del modernismo; en el Uruguay surgió hacia 1920 un grupo de críticos literarios y de cultores de la poesía que se denominó nativista; que pretendía un retorno a los motivos nacionales.Como dice un comentarista, en la poesía nativista comienzan a aparecer los temas del ombú, el pago y el potro.

-  Sin embargo, a pesar de que ya para esa época la vida de la sociedad uruguaya había evolucionado bastante hacia un modelo predominantemente urbano, con un tipo de temas y de imágenes propio, (que se reflejara principalmente en el teatro con Florencio Sánchez), el nativismo escogió una temática vinculada a los estilos y condiciones de vida más tradicionales, invocando un criollismo hasta cierto punto en vías de desaparición y una imaginería gauchesca que, aunque era de raigambre indudablemente local, ya para entonces estaba muy idealizada.

Los dos primeros libros de Fernán Silva Valdés, anteriormente citados, “Ánforas de Barro” y “Humo de incienso”, respondían claramente a los modelos del modernismo; plenos de referencias a elementos europeos y de exotismos históricos.
-  Habiéndose radicado temporalmente en París - como muchos jóvenes rioplatenses de buena posición de esa época - Silva Valdés participaba del estilo de vida habitual de quienes transcurrían su dorada juventud en la Ciudad Luz, y en los círculos de quienes aspiraban a convertirse en intelectuales y artistas destacados.

Por esa época, Silva Valdés fue presa de una gran alteración de su equilibrio psíquico, que sus comentaristas atribuyen a un importante choque emocional a la vez amoroso y literario, y que lo llevó a ser recluído en una clínica psiquiátrica presa de una importante neurosis.

- Retornado al Uruguay - y también repitiendo el curso de vida de otros jóvenes rioplatenses de su tiempo - dejó en París a su amante juvenil; y aquí contrajo matrimonio y se insertó en sus mejores tradiciones familiares. Asimismo, experimentó un cambio radical en su producción literaria.

En un poema titulado “Motivo de vidalita” - adecuado para ser entonado con el acompañamiento de guitarra ejecutando ese motivo musical campero típicamente uruguayo - expuso su anterior actitud poética, describiéndose como “un poeta pálido y marchito”, amante de “mujeres rubias”, y sosteniendo que “Manchado de orgía, alto y decadente, yo me desteñía como un sol poniente.”
Al respecto, dice Alberto Zum Felde que “descolgó la vieja guitarra de los payadores y se puso a pulsarla de nuevo”.
Su poema “Capitán de mis sombras” tiene como tema las exhortaciones que a la juventud criolla realizan todos sus ancestrales antepasados, instándole a hacer punta y cantar el criollismo, “que para eso sos el payador”.
- Como antecedente de su estilo, se menciona al poeta argentino Fernández Moreno, que ya antes de 1920 había impulsado en su país una reacción contra el simbolismo modernista.
Silva Valdés produjo a partir de 1921 un tipo de poesía alusiva a los motivos tradicionales gauchescos, pero sin incurrir en un persistente y exagerado empleo del lenguaje gauchesco. Su poesía se distingue así de la típica poesía gauchesca, en que es un gaucho mismo quien la expresa o se hacen relatos directamente descriptivos de las actividades propias de los gauchos.
Escribiendo en un lenguaje en que abundan los modismos rioplatenses más bien urbanos y diversas expresiones familiares del medio, utiliza sin embargo un formato idiomático depurado, que cuando emplea formas aparentemente desaliñadas lo hace con pleno cuidado y conciencia. Como indudable emanación de su pasado literario modernista, su poesía, a pesar de su indudable tonalidad y temática nativa, se presenta como la obra de un hombre culto y refinado; y no como la expresión del rudo hombre de campo casi siempre analfabeto, que expone lo más primario de sus sentimientos.

- En épocas posteriores, modificó en cierto modo su enfoque temático, apartándose en alguna medida de la figura del criollo tradicional, para incorporar el universo resultante de la inmigración europea. En su libro “Poemas Nativos” había incluído un poema final titulado “Hombres rubios en nuestros campos”; y en “Intemperie” su “Canto al hombre esperado”, en que recoge como componente de la sociedad criolla la incorporación del forastero de origen europeo, llamado a permanecer y a integrarse en esa sociedad, a la cual terminaría confiriendo sus caracteres predominantes.
- Otras obras destacables de Fernán Silva Valdés son sus “romances” - “Romancero del Sur” y “Romances chúcaros” - en que en forma similar a como los antiguos relatos versificados del romancero castellano contaban la vida y hazañas de antiguos caballeros y cruzados, relata circunstancias de la vida criolla y presenta la estampa de sus caudillos.
 La obra poética de Fernán Silva Valdés - con todo el mérito y el valor literario que indudablemente encierra - en gran medida se detiene en un pintoresquismo localista, que no le lleva a penetrar en la problemática espiritual más universal del hombre de todos los lugares y de todos los tiempos; por lo que resulta excesivamente regionalista y referida a un tradicionalismo que evoca una sociedad cuyos rasgos más destacados han quedado en gran parte superados.
- Asimismo, Silva Valdés ha frecuentado en su obra poética temas de origen urbano, aunque siempre predominen los de estirpe campera. Pero se trata de una presentación de imágenes urbanas propias del lugar y la época, en que aparecen elementos típicamente rioplatenses como marco de los temas y tipos humanos de que trata.

En su libro “Agua del tiempo” aparecen poemas que presentan motivos arrabaleros como “El Tango”, “La Giradora”, “La Cicatriz” y “Cabaret Criollo”.
En ese sentido, su poesía nativista es asimismo altamente realista, orientada también a frecuentar los temas del arrabal y de los ambientes habituales de las letras de tangos de su época fermental en las décadas entre 1920 y 1940.
- Silva Valdés incursionó repetidas veces en la composición de letras de tangos y otras formas musicales rioplatenses; utilizando en algunas oportunidades el seudónimo de Juan Corrales. En 1928 alcanzó conocimiento público como letrista, con la canción “Margarita Punzó”, musicalizada por Gerardo Matos Rodríguez (el autor de “La cumparsita”), que fuera grabada en disco por el entonces afamado dúo Magaldi-Noda.
En una entrevista que se le realizara con tal motivo, expresó su concepto de que el tango debía ser jerarquizado como tango-canción, pasando a superar a las anteriores canciones criollas como expresión musical y artística de su propio tiempo.
Su producción de letras para la música popular rioplatense fue intensa. Luego de “Margarita Punzó” escribió la letra de un “vals criollo” llamado “Nido deshecho”, cuya música es de Guillermo Barbieri; la “cifra” “Querencia” con Américo Chiriff; el tango “Adiós Argentina” (1930) con música de Gerardo H. Matos Rodríguez, grabado por Ernesto Famá; la célebre milonga “En Blanco y Negro” con música de Néstor Feria, que fuera grabada por Alberto Gómez en 1935 y por Néstor Feria en 1937; y “Ponchito de Vicuña” con José Razzano.
- Pero, sin lugar a dudas, sus obras más exitosas en este campo fueron “Agua florida” escrita en 1928 con música de Ramón Collazo y que alcanzara gran éxito en la versión cantada por el uruguayo Alberto Vila y en 1941 grabada por la orquesta argentina de Ángel D'Agostino con la voz de Ángel Vargas. Y el especialmente célebre “Clavel del aire” de 1929, con música de Juan de Dios Filiberto, estrenado por la destacada cantante Tania en el Teatro Argentino de Buenos Aires en 1929, y que alcanzara enorme popularidad y difusión, especialmente por la grabación electrónica efectuada el 19 de setiembre de 1930 por Carlos Gardel, que también había grabado “Querencia”. En esa grabación, Gardel fue acompañado por los guitarristas Aguilar, Barbieri y Riverol.
El gran éxito alcanzado por “Clavel del aire”, motivó que fuera reiteradamente ejecutado por muchos cantores y orquestas, y que se realizaran varias otras grabaciones; entre ellas, la que hizo el popular cantor Hugo del Carril en enero de 1940, la orquesta de Juan D'Arienzo con el cantor Jorge Valdés, y la la realizada por la orquesta de Carlos di Sarli con el cantor J. Durán.
Carlos Gardel apreciaba especialmente la cualidad de Silva Valdés como letrista. Fue él quien en 1931 estrenó “Ponchito de Vicuña” musicalizado por su compañero de dúo José Razzano; y en su última visita a Montevideo, poco tiempo antes de su muerte, había pedido a un pianista que musicalizara el poema “Mate amargo”, de Silva Valdés.
- Su intensa actividad y gran prestigio como autor musical uruguayo, llevó a Silva Valdés a participar muy frecuentemente en la dirección de la Asociación General de Autores del Uruguay, entidad administradora de los derechos de autor, de la cual fue varias veces Presidente.
En el teatro, su actividad autoral también fue importante. Ya en 1936 fue estrenado en el Teatro Colón de Buenos Aires su ballet “Mburucuyá”, con música del también uruguayo Eduardo Fabini. En 1952, la Comedia Nacional estrenó en el Teatro Solis de Montevideo su “leyenda gaucha” “Santos Vega”; a la que siguieron “Barrio Palermo”, “Por la Gracia de Dios”, “Pulgarcito”, “El Testigo”, “Los Hombres Verdes”, “Vidas de dos Cuchillos”.
- Otras obras de Fernán Silva Valdés fueron “Leyendas” (1936); “Cuentos y leyendas del Río de la Plata” (1941), “Cuentos del Uruguay” (1945), “Leyendas americanas” (1945), “Tradiciones y costumbres uruguayas”, la leyenda gauchesca para teatro, “Santos Vega” (1952); el libro a la vez en prosa y en verso “Lenguaraz” (1955) y “Barrio Palermo” (1958).
También escribió varias obras para niños, en 1930 “Poesías y leyendas para niños”; “Ronda catonga” en 1941 y “Corralito” en 1944.
En el año 1966, la Colección Clásicos Uruguayos editada por el Estado uruguayo, publicó una muy completa antología de su obra.

Fuente: http://www.escueladigital.com.uy/letras/f_silvaldes.htm

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